Cuando su hijo se hartó de lecciones de piano, Ellen Zavian comenzó a buscar alguna otra actividad para mantenerlo ocupado. Visitó un estudio de danza en Washington que se especializaba en break, mejor conocido como break dance para cualquiera que recuerde la década de 1980 o simplemente breakin para muchos participantes, y no pasó mucho tiempo antes de que madre e hijo se engancharan. Zavian es profesor de derecho deportivo en la Universidad George Washington. Ella había trabajado en la Asociación de Jugadores de la NFL y ayudó a atletas, desde patinadores hasta jugadores de softbol, ​​a unirse y formar organizaciones miembros. Así que no pasó mucho tiempo antes de que comenzara a pensar en lo que era posible con el break, un estilo de baile urbano acrobático asociado durante mucho tiempo con boomboxes de gran tamaño, música Hip Hop, giros atléticos, giros y freeezing.

“Solo pensé: ‘A mi hijo le encanta. Trabajo en deportes. He creado asociaciones. ¿Por qué no? Esto es lo que hago’”, dijo Zavian.

Eso fue hace una década. El resultado fue la United Breakin ‘Association ( UBA ), un primer paso en la organización de una colección desorganizada y en expansión de bailarines jóvenes, conocidos como b-boys y b-girls, muchos de los cuales no tenían interés en formalizar y codificar su forma preferida de bailarina. autoexpresión. Eran parte de una contracultura anti-sistema que temía ser cooptada por personas que no entendían el baile o su vertiginosa banda de habitantes.

La historia del ascenso meteórico del Breakin al escenario olímpico, que debutará en los Juegos de Verano de París en 2024, involucró una asociación poco probable y reacia entre los breakers conocedores de la calle y los bailarines de salón tradicionales, una evolución de una forma de arte urbano en un esfuerzo competitivo y una campaña educativa ultrarrápida para convencer a los oficiales olímpicos y al público deportivo curioso de que los breakers son en gran medida atletas.

“La mayoría de nosotros sabíamos que esto podría ser algo importante algún día. Realmente no sabíamos cómo sucedería ”, dijo el veterano b-boy Moisés Rivas, quien baila bajo el nombre de Moy. “Pero siempre ha tenido un camino. Simplemente tuvimos que lidiar con los conceptos erróneos, las connotaciones negativas y las personas que no siempre quisieron darle la credibilidad que se merece ”.

Nacido en el sur del Bronx hace casi 50 años, el BREAKIN hace mucho tiempo se había extendido por todo el mundo y se había vuelto mucho más matizado que lo comercializado por la cultura pop y los medios de comunicación de los años ochenta. Para 2010, había competencias independientes en todo el mundo e instructores veteranos que operaban en la mayoría de las ciudades importantes. El break aún era una actividad que se podía hacer tirando un trozo de cartón en una acera y dejando que la música se apoderara, pero para muchos, se había graduado de las aceras a los estudios de baile.

En otras grandes ciudades, desde Los Ángeles hasta Miami, hubo esfuerzos paralelos para hacer crecer el deporte pero poca coordinación. Steve Graham había incursionado en irrumpir en la universidad a principios de la década de 1980. Trabajó en Wall Street y luego estableció una exitosa firma de capital privado en Filadelfia. Gravitó de regreso a los 50 años, bailando junto a sus hijos. Vio el potencial de crecimiento. El baile no era solo una forma de expresión; la competencia se combinó con feroces batallas de baile entre b-boys y b-girls.

Dirigió una competencia popular en Filadelfia y estableció un Pro Breakin Tour y una organización sin fines de lucro llamada Urban Dance & Educational Foundation con la visión de unir el fragmentado mundo del rompimiento. Muchas de las competiciones eran espectáculos, atrayendo a grandes multitudes con luces elaboradas y ritmos que hacen temblar las ventanas, pero el deporte fue impulsado por promotores de eventos independientes sin ningún movimiento entrenado en los Juegos Olímpicos.

Sin embargo, lejos de las notas graves en auge y los jóvenes b-boys girando, se estaban haciendo serios esfuerzos para llevar otras formas de baile al escenario más grande del deporte. El organismo rector mundial se llamó International DanceSport, una organización que agrupa todas las disciplinas de la danza, desde el Boogie Woogie hasta la salsa. Fue reconocido formalmente por el Comité Olímpico Internacional en 1997, pero los funcionarios fracasaron en sus esfuerzos por lograr que los bailes de salón fueran aceptados en los Juegos de Verano. En lugar de empacar sus zapatos de claqué, se rebautizaron como World Dance Sport Federation (WDSF) y decidieron duplicar sus esfuerzos, animados por la popularidad de programas de televisión como “Dancing With the Stars” y el creciente interés del público en las competiciones de baile.

El BREAKIN estaba lejos del núcleo de la organización cuando WDSF solicitó la ayuda de Jean-Laurent Bourquin, un veterano del COI, en 2015, y le pidió su ayuda para cortejar a los oficiales olímpicos. Los líderes de la WDSF tenían la esperanza de poder impulsar estilos específicos de baile, ya sea latino o rock and roll, pero después de consultar con sus colegas en el mundo olímpico, Bourquin los sorprendió.

“Tenía que ser franco”, dijo Bourquin en una entrevista reciente.

El baile sería un candidato viable para los Juegos Olímpicos, les dijo, pero no el estilo al que estaban acostumbrados.

RESISTENCIA EN DOS FRENTRES

La máxima junta directiva de la WDSF no incluía breakers, por lo que la propuesta era algo así como un dilema: la organización podía realizar su sueño olímpico, pero solo con una disciplina rebelde y en gran parte desconocida.

“Fue una píldora amarga que fue difícil de tragar para todos”, recordó Ken Richards, quien estaba en la junta en ese momento y ahora es presidente de USA Dance . “Todos tenían la sensación de que todos los bailes funcionaban juntos. Así que tuvimos que llegar a este entendimiento y acuerdo de que si la danza puede poner un pie en la puerta con un estilo que el COI quiere, entonces tal vez las otras danzas no estén tan atrás como temíamos ”.

Bourquin plantó una semilla con el COI en 2016 y viajó a los Juegos Olímpicos de Río para charlar con los miembros del COI. Fue nombrado presidente interino de la WDSF y convenció a los líderes de trasladar su sede de Barcelona a Lausana, Suiza, donde tiene su sede el COI. En lugar de apuntar a los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020 o incluso a París en 2024, estratégicamente puso las miras más bajas. Bourquin quería ver el rompimiento en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Verano 2018 en Buenos Aires, una plataforma más apta y una forma amigable de presentar el deporte a los oficiales olímpicos, que son mayores.

Para muchos en el mundo olímpico, fue la primera vez que consideraron la danza como un verdadero deporte. Y para muchos en el mundo del break, fue la primera vez que consideraron los Juegos Olímpicos un objetivo realista. Dentro de la comunidad breaker, siempre ha habido facciones enfocadas en el arte y la actuación, y otras que prosperan en las batallas y la competencia. Otros deportes de estilo de vida, como el skate o el surf, habían luchado con una disonancia existencial con miembros que rechazaban la aceptación generalizada o los eventos organizados.

“Ellos no veían su talento como un deporte”, recordó Zavian, “así que hice que uno de los patinadores viniera a nuestra reunión y hablara sobre la diferencia entre un deporte y un arte. Fue un tema muy acalorado: ‘Vas a quitarnos nuestra cultura. Vas a quitarnos nuestro arte. “

Más de 2.000 personas firmaron una petición en línea de 2017 que se envió al COI titulada “Quita las manos del Hip Hop de la WDSF”. Organizada por Serouj Aprahamian, un rompedor armenio-libanés, la petición acusó a la WDSF de intentar “explotar la rotura como un caballo de Troya para poner el pie en la puerta de los Juegos Olímpicos”.

“¿Permitirá el COI que la Federación Mundial de Bádminton supervise el béisbol? ¿Permitiría a la Federación de Deportes Ecuestres supervisar las carreras de autos? ¿Por qué los Juegos Olímpicos aceptarían que una entidad tan polar opuesta e ilegítima como la WDSF tenga algo que ver con el Breaking? ” preguntó la petición.

Pero la pelota se estaba moviendo. Si bien Graham proporcionó gran parte de los fondos, el impulso crítico para los Juegos Olímpicos de la Juventud de Verano fue encabezado por la comunidad de baile en general, no por los rompedores. Bourquin sabía que había una larga lista de criterios que debían cumplirse para poder ser admitido a los Juegos Olímpicos. El Breakin, durante tanto tiempo, había funcionado de manera diferente de un evento a otro, de una ciudad a otra. Necesitaba estar codificado con reglas, juicios y protocolos universales.

WDSF reunió comités y paneles para prepararse para los Juegos Olímpicos de la Juventud de Verano, solicitando la ayuda de breakers como Rivas. Los forasteros se mostraron escépticos, no estaban seguros de cómo la danza se traduciría en un formato competitivo y cómo involucraría a los espectadores. Rivas recuerda cuando entró al lugar en Buenos Aires y fue recibido por una multitud masiva y curiosa de varios miles.

“Se podía ver en sus caras”, dijo. “Al principio, era casi como disgusto: ‘¿Cómo es esto real?’ Pero nadie se movió. La multitud seguía creciendo. Y se podía ver cómo cambiaban sus caras. Fue increíble. Entonces supe que no había forma de que esto no llegara a la etapa olímpica “.

LA JUVENTUD PREVALECE

Bourquin había estado marcando casillas que sabía que impresionarían a los oficiales olímpicos. Todavía puede recitar los puntos clave de la Agenda Olímpica 2020 del COI, su documento de reforma de 40 puntos con visión de futuro elaborado en 2014.

“El número seis fue impulsar la participación de los jóvenes y beneficiar a la comunidad de acogida. Nueve limitaron el número de atletas a 10.500; Solo pido una cuota de 32: 16 b-boys y 16 b-girls. Número 11, fomentar la igualdad de género ”, dijo. “Doce, reduzca costos. Veintitrés, interactúe con las comunidades. Veintiséis, mezcla deporte y cultura ”.

El béisbol y el sóftbol estaban ansiosos por volver a los Juegos de Verano, pero requerían estadios costosos y grandes listas de atletas. Bourquin explicó a todos en Buenos Aires que la ruptura no era costosa de producir y se dirigió a un grupo demográfico joven que de otra manera podría no sintonizar. El presidente del COI, Thomas Bach, quedó particularmente impresionado, dijo Bourquin, y todos notaron que el break se convirtió en un mayor número de redes sociales que cualquier otro deporte en Buenos Aires. Los organizadores de París 2024 estaban a bordo, y apenas cinco meses después, la junta ejecutiva del COI recomendó agregar provisionalmente la disciplina de baile a los Juegos de Verano. El Breakin fue aprobado formalmente para las olimpiadas de París 2024 en enero 2021, al mismo tiempo que el skate, la escalada deportiva y el surf, todos los deportes orientados a los jóvenes, se retuvieron de la lista de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021.

El rápido ascenso de Breakin como una competencia de nivel olímpico ha complicado sus problemas de gobernanza y ha despertado sentimientos encontrados en la comunidad de danza en expansión.

Es un matrimonio incómodo, sin duda, los que no hacen break de repente se encargan de defender una disciplina desconocida, y aún tienen la esperanza de que su estilo de baile preferido algún día impresionará a los organizadores olímpicos. Graham recuerda hace un cuarto de siglo cuando los practicantes de snowboard hicieron un gran revuelo en el escenario olímpico, pero se encontraron bajo el control organizativo de cuerpos centrados en el esquí.

“Estamos hablando de un grupo demográfico completamente diferente”, dijo Graham. “Los breakers no son aquellos a los que simplemente se puede regular. Eso no significa que no colaborarán, pero será un desafío para los bailarines de salón “.

¿CUÁL ES EL PUNTAJE?

Como la mayoría de los de su generación, Antonio Castillo, de 36 años, no creció pensando en esos términos. Buscando un lugar para entrenar, abrió un estudio en el noroeste de Washington en 2011, y finalmente lo convirtió en una escuela de ruptura completa y asumió estudiantes. “Los niños y los padres siempre estuvieron interesados ​​en las batallas; se sintieron atraídos por la idea de ganar ”, dijo. “Así que no fue difícil ver hacia dónde se dirigía esto, porque lo veía todos los días en la escuela”.

Una competencia de Breakin generalmente implica una serie de batallas de baile. Los bailarines no conocen la música de antemano y tienen que improvisar en el acto. Los jueces los califican según su personalidad, técnica, variedad, creatividad, desempeño y musicalidad.

En ese sentido, el Breakin no es tan diferente de otros eventos juzgados en los Juegos Olímpicos, como el patinaje artístico y la gimnasia. Muchos incorporan música, disfraces, acrobacias, fuerza y ​​atletismo.

“El break es un baile muy exigente físicamente”, dijo Rivas. “Es tan diferente a todos los otros bailes y requiere mucha fuerza, energía, creatividad, arte”.

El mundo corporativo, piense en Red Bull y Monster Energy, ha abrazado el breakin, y muchos piensan que la etapa olímpica abrirá muchas más puertas para todos los involucrados. Castillo dijo que ya ha visto un aumento en las consultas de los jóvenes sobre su estudio.

“Siempre les digo a estos niños, ‘Podrías ser Michael Phelps o Simone Biles del deporte’”, dijo. “Los Juegos Olímpicos están trayendo una nueva energía y se puede ver el camino. El arte y el deporte van a tener que convivir. Necesitamos tener ambos mundos “.

De Rick Maese para Washington Post